La tecnología que viene, según Steve JobsEl sector aguarda expectante los productos que el consejero delegado de Apple presentará esta semana en la feria Macworld. Por David Sabotta
Esta semana, Steve Jobs subirá al escenario en San Francisco para pronunciar su discurso programático en la feria Macworld, en el que anunciará el lanzamiento de nuevos productos. ¿Desvelará el consejero delegado de Apple si habrá una pizarra Mac o un iPhone?
Lo que descubrí en mis 22 años en Apple: algunas de las bofetadas más sonoras por los mejores sitios o por las primeras unidades de estos nuevos productos se las reparten ejecutivos ex Windowsesos a los que Jobs ha sorbido el seso personalmente hasta atraerlos a su «zona de distorsión de la realidad» en las exclusivas sesiones informativas para directivos que se celebran en Apple.
¿Quiere asistir a una? ¿Quiere tener una reunión con Steve Jobs para convencerle de que Apple debería fabricar un ordenador de tipo pizarra, o un iPhone? En ese caso, además de tener un presupuesto enorme para compras y unas razones convincentes, lo mejor es que traiga con usted un ego también enorme.
En la primavera del 2002, yo llevaba casi 20 años trabajando en Apple y había ascendido desde soldado raso hasta director nacional de ventas. Tomé parte junto con una delegación del prestigioso NIH (Instituto Nacional de la Salud de Estados Unidos), dedicado a investigación médica y uno de los principales clientes de Apple en el campo científico, en una «sesión informativa para directivos» en la sede central de la compañía, en Cupertino (California), con el mismísimo Steve Jobs.
Tomar parte en una sesión informativa con Jobs constituye una experiencia extraordinaria. Sobre el papel, parece que va a ser un choque de egos descomunal. Pero por lo que he visto personalmente, casi todos los prejuicios se desvanecen con rapidez ante la sola presencia de Jobs, y la veneración que los clientes muestran hacia él anula cualquier sentimiento de hostilidad.
En la reunión con el NIH, Steve apareció en pantalones cortos, con sandalias y con una barba incipiente de varios días. Se presentó con su brillantez característica, aunque ese día no traía puesta la arrogancia que todo el mundo conoce. La delegación del NIH estaba interesada en saber si Apple iba a fabricar un ordenador de tipo pizarra con el que se pudiera trabajar en las situaciones típicas en las que ellos se mueven. Y si no era así, querían convencer a Steve de que fabricara una. A fin de cuentas, Bill Gates había lanzado un ordenador de tipo pizarra el año anterior. Las pizarras eran el futuro.
Steve enumeró una serie de razones por las que Apple no estaba interesada. Para empezar, dijo que los ordenadores de tipo pizarra no representaban un mercado lo suficientemente amplio para que Apple invirtiera sus recursos limitados en planteárselo como objetivo. Aun en el supuesto de que ese mercado creciera, no alcanzaría un tamaño que fuera de interés. Y no le importaba lo que hicieran otras compañías. Aun así, algunos de los científicos de NIH insistieron en el tema. La respuesta fue contundente. En primer lugar, dijo que para imágenes de gran tamaño, la banda ancha inalámbrica, sumada a la seguridad que el NIH necesitaba para que saliera bien lo que quería hacer, no estaba en el horizonte de Apple. Además, la resolución de la pantalla de las pizarras no se acercaba ni de lejos a la exigida por las imágenes médicas de alta calidad que maneja el NIH. Por último, cualquier producto pensado para trabajar en el campo médico debería contar con una fiabilidad importante. La explicación cerraba el tema sin remisión.
Así pues, nada de pizarras. Sin embargo, en aquellos momentos NIH tenía más de dos mil empleados usuarios de BlackBerrys.
El director general de Informática del NIH estaba interesado en que Apple trabajara con la empresa canadiense creadora de la BlackBerry en busca de una mayor compatibilidad. ¡Mala suerte! Steve opinaba que aquello era más que nada otro producto de nicho de mercado. Y no le pareció la compatibilidad con la BlackBerry un área en la que debiera invertir ni el más mínimo esfuerzo. En ese caso, ¿cuál sería el aspecto que adoptaría el producto convergente, eso que ya se llama iPhone (a pesar de que se trata de una marca registrada por Cisco)? Respondió que los aparatos realmente convergentes, los que se puedan llevar a todas partes, tendrían que caber perfectamente en el bolsillo de la camisa y ser mejores que un teléfono o un ordenador por separado.
Eso ocurría en el año 2002. Sin embargo, según rumores, Apple podría desvelar esta semana un ordenador de tipo pizarra o un iPhone.
Hoy, el mercado de un producto en el que se fusionen un teléfono y un ordenador debería resultar muy atractivo. Además, existe ahí el típico «hueco Apple» por su capacidad incomparable para simplificar el manejo, al mismo tiempo que introduce innovaciones. Y, el acuerdo de Apple con Samsung permite adelantar que la empresa está preparada para todo lo que necesite grandes cantidades de memoria flash.
Apple ha mantenido relaciones privilegiadas con fabricantes de teléfonos aun cambiando de pareja: Jobs utilizó un Sony Ericsson en 2002 para demostrar lo que puede hacerse con Bluetooth y exhibió un Motorola ROKR, el primero en el que funcionaba iTunes, en el 2005. Todo esto encaja también perfectamente en la forma que tiene Apple de aprender lo que necesita saber, mediante su asociación con otros, antes de lanzarse al mercado. Como es lógico, Apple terminará por sacar su propio teléfono móvil si se mantiene fiel a su modo de actuar.
¡Pero un ordenador pizarra! En su mayor parte, los analistas estarán de acuerdo en que el mercado está creciendo con gran lentitud, principalmente en áreas como la atención sanitaria y otros sectores especializados, y que estos modelos no representarán más del 5%, como mucho, del mercado de ordenadores portátiles en el 2009 (en la actualidad representan el 1%). Ni siquiera Dell los fabrica. Además, la pizarra ha sido una de las grandes apuestas de Bill Gates. No veo yo a Steve subiendo a un escenario a cimentar la fama de Bill como pronosticador de tendencias en la informática.
Creo que son otras las razones por las que Apple no va a hacer un ordenador de tipo pizarra. Incluso antes de que el iPod alcanzara su velocidad de crucero, los directivos de Apple mantenían la teoría de que el camino del éxito no se recorre gracias a la venta de miles y miles de aparatos relativamente caros, sino de millones y millones de ellos muy baratos como el iPod. Así pues, estoy seguro de que durante esta semana no veremos ningún ordenador de Apple de tipo pizarra, pero sí un teléfono, con capacidad mejorada para reproducir música y, quizás, algunas prestaciones informáticas como e-mail y sincronización de contactos con ordenadores Mac.
La capacidad de Steve para saber en qué punto se cruzan los consumidores y la tecnología crea, a veces, rutas pavimentadas de oro.
David Sobotta ha sido director general de ventas de Apple para los Estados Unidos.
